El diagnóstico de la enfermedad supone un fuerte impacto emocional tanto para la persona enferma como para su familia, pudiendo aparecer síntomas incluso antes de la confirmación del diagnóstico. La ELA modifica significativamente la vida del paciente y de su entorno familiar y en ambos puede aparecer sintomatología afectiva en forma de estrés, ansiedad, depresión, miedo, indefensión, etc.
“Los que sufren no son los cuerpos, son las personas”.
Eric Cassell
El psicólogo tratará de acompañar al enfermo y a su familia durante el proceso de enfermedad, proporcionando apoyo emocional y fomentando un afrontamiento adaptativo que alivie, en la medida de lo posible, su dolor y su sufrimiento. El objetivo el aprender a convivir con la enfermedad de una manera saludable y conseguir el mayor grado de bienestar emocional y calidad de vida posible. Además, existe un programa de Atención al duelo para aquellos familiares que lo precisen.