3 de Febrero de 2017
Fuente: www.computerhoy.com
Un conjunto de científicos del Centro Wyss de Bio y Neuroingeniría en Ginebra (Suiza) ha desarrollado un dispositivo que permite que las personas completamente paralizadas se puedan comunicar.
Se trata de una interfaz cerebro-ordenador no invasiva que se coloca sobre la cabeza como un gorro de electroencefalograma, que está habilitado para registrar ciertos cambios a nivel cerebral para que este tipo de pacientes pueda comunicarse sin pronunciar una sola palabra ni mover un músculo.
Para funcionar, dispositivo utiliza técnicas de espectroscopia de infrarrojo cercano en combinación con electroencefalografía con la finalidad de medir los niveles de oxigenación de la sangre y la actividad eléctrica del cerebro.
Esta interfaz cerebro-ordenador ha sido especialmente desarrollada para las personas que padecen el síndrome de enclaustramiento (LIS por sus siglas en inglés), un trastorno neurológico que se caracteriza por presentar cuadriplejía o cuadriparesia (parálisis motora) y anartria (trastorno del lenguaje que impide articular sonidos), pero con las funciones cognitivas conservadas y una apertura ocular sostenida. Para comunicarse, estos pacientes emplean un código primario de comunicación basado en los movimientos oculares o en el parpadeo.
Sin embargo, gracias a este nuevo dispositivo la comunicación para estas personas puede ser mucho más sencilla, ya que les permite responder a preguntas con el pensamiento. La investigación se ha llevado a cabo con cuatro pacientes con ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad degenerativa que afecta a las neuronas motoras.
Para poner a prueba la interfaz, los científicos formularon preguntas personales a los pacientes con respuestas conocidas y preguntas abiertas que se podían contestar con "sí" y "no".
"Nuestros resultados muestran que los cuatro pacientes fueron capaces de responder a a las preguntas personales que les planteamos, utilizando para ello únicamente sus pensamientos", explica Niels Birbaumer, director del estudio. "Si pudiéramos hacer que esta técnica estuviera ampliamente disponible para uso clínico, tendría un gran impacto en la vida diaria de las personas con síndrome de enclaustramiento".