Fuente: www.eldiario.es
En 2017 nace un acuerdo de colaboración entre Fundación La Caixa y Fundación Luzón que ha sido renovado recientemente para fomentar el conocimiento y la investigación sobre la ELA. Su trabajo ha servido para demostrar que la administración de maresina, un lípido derivado de los ácidos grasos omega-3, tiene efectos terapéuticos mayores que el famoso riluzol (único fármaco aprobado en Europa para combatir esta enfermedad). El proyecto ha probado con éxito la eficacia de este componente en animales, ya que reduce la inflamación y frena la progresión de la enfermedad: “Si podemos suplir el déficit en la producción de maresinas con su administración de forma exógena, reduciremos la inflamación en el sistema nervioso y frenaremos o ralentizaremos la progresión de la ELA”, explica el propio investigador.
Se trata de la primera vez que existe una investigación basada en estudiar los mecanismos que resuelven la inflamación en el sistema nervioso a nivel mundial, ya que “hasta ahora, la mayoría de los estudios de investigación se han focalizado en la etapa de activación del proceso. Nosotros nos hemos centrado en otra fase de la inflamación porque, cuando existe una respuesta inflamatoria, siempre hay una fase de resolución. Esto nos ha permitido identificar que las maresinas son unos mediadores clave”, precisa Rubèn López Vales.
Para entenderlo mejor, el investigador propone una analogía: “La inflamación crónica sería como una autopista llena de coches a consecuencia de un accidente y estos vehículos serían las células inmunitarias. Hasta el momento —continúa—, los fármacos intentaban bloquear las entradas de los coches a la carretera para evitar un colapso mayor, pero tras nuestra investigación, hemos conseguido trabajar en la retirada del automóvil accidentado que va a permitir la recirculación de los coches”, aclara.
Sin embargo, para alcanzar unas conclusiones tan útiles, se han tenido que superar algunos hándicaps tradicionales en nuestro país. Para Rubèn López Vales, “en España los recursos económicos destinados a la investigación son muy limitados, lo que deriva en proyectos demasiado garantistas. En nuestro caso, el hecho de tener una dotación que apueste por proyectos innovadores nos ha permitido realizar estudios complejos. La medicina y la lucha contra la ELA avanzan cuando la financiación permite investigaciones de alto riesgo, esto mejora la excelencia científica porque, obviamente, tienen un impacto global en nuestra sociedad”, concreta.