El lenguaje constituye el «modo principal» de comunicación entre las personas.
Cuando nos referimos a lenguaje hablado, es necesario el funcionamiento de numerosos músculos, algunos de ellos intervienen también cuando masticamos y tragamos alimentos.
Los músculos respiratorios expulsan el aire de los pulmones. En la laringe, este aire entra en vibración gracias a las cuerdas vocales y se produce el sonido.
Los músculos de la faringe y los del paladar enriquecen ese sonido. Los músculos de la lengua y los labios lo transforman en palabras.
A medida que la ELA evoluciona, la fonación puede verse modificada, por un lado, en función de la debilidad de los músculos involucrados en ella y por otro, a consecuencia de una mala sincronización de la respiración con la palabra. Este tipo de trastorno se conoce con el nombre de Disartria.